¿Qué se puede hacer con 21.000 pelotas de tenis? Clase de reciclaje con el Mutua Madrid Open

2022-05-20 20:09:53 By : Ms. Erin Tan

En el Mutua Madrid Open todas las miradas se las van a llevar Rafa Nadal, Novak Djokovic, Paula Badosa o Garbiñe Muguruza. Pero tras las gradas, el evento impulsa una importante política de sostenibilidad con el objetivo de minimizar la huella que deja su actividad y la presencia de los aficionados. Además de facilitar la movilidad limpia con el uso de vehículos eléctricos e híbridos, la organización del evento realiza un cálculo de las emisiones de CO2 generadas durante el torneo para compensarlas una vez celebrado. De una edición a otra se reutiliza el mobiliario y el material de las infraestructuras, se prioriza la compra de suministros a proveedores locales y sostenibles, y se recogen desechos como vidrio, envases ligeros, papel, cartón y restos, que luego se depositan en una planta de reciclaje.

En la pista, durante los días de competición, también se generan muchos residuos. Los jugadores emplean más de 21.000 pelotas que, una vez usadas después de nueve juegos, se reutilizan en escuelas de tenis y acciones benéficas. Otro elemento de gran consumo son los cordajes de las raquetas, con unos 2.000 encordados durante el evento. Estos dos elementos, gracias a ideas que nacen del concepto de economía circular, pueden reutilizarse para reducir el consumo de materias primas y minimizar las toneladas de basura que se generan durante la actividad deportiva de profesionales y aficionados.

Pero más allá del Olimpo de los Dioses, en la pista terrenal, donde los madrileños practican tenis y pádel en clubes, polideportivos y canchas privadas, los números son aún más sorprendentes. En España, “se consumen cada año alrededor de 10 millones de pelotas de tenis y pádel, unas 60 toneladas de materias primas”, principalmente caucho natural y fieltro de nailon. “El problema está en que casi ninguna pelota se recicla y van a la basura. Hay que tener en cuenta que los materiales de los que están hechas tardan en descomponerse unos 2.500 años. Estamos ante un problema medioambiental bastante grave”, explica a El Confidencial José Docavo, creador de un presurizador con el que alargar la vida de las pelotas. Al no ser un envase, Ecoembes aclara que una vez usadas deben depositarse en el contenedor de Restos que, en la capital, se corresponde con el color naranja.

Madrid ocupa la segunda posición en el número de tenistas federados en España y es la tercera en relación a la cifra de jugadores de pádel con licencia, según datos de las respectivas federaciones. Por regla general, quienes practican estos deportes cambian de pelotas después de cada partido de tenis y al segundo o tercer encuentro de pádel. La sustitución de las bolas no se debe a su deterioro, sino a la pérdida de presión interior, que provoca un bote incorrecto en la pista.

Las matemáticas son claras. Sin contar las competiciones, los clubes deportivos y los entrenamientos, si un grupo de amigos juega al pádel dos veces por semana, abre un bote de pelotas cada siete días. Si practican este deporte treinta semanas al año, tendrán un consumo anual estimado de noventa pelotas. Asombrados por estas cifras de consumo, generadas únicamente por la ligera y progresiva pérdida de presión, Docavo y el profesor de pádel Gabriel Gaviña idearon su presurizador. La herramienta, Ball Rescuer, permite alargar 10 veces la vida de las bolas.

Todo es cuestión de física, bares y presión atmosférica. “Cuando juegas al pádel de manera habitual te das cuenta de que cambias de pelotas cada dos partidos, porque pierden el bote correcto. Las tirábamos casi nuevas. Nos pusimos a pensar y diseñamos un dispositivo que se acopla al propio envase de las pelotas, se cierra herméticamente y, gracias a sencilla bomba de mano de bicicleta, se inyecta aire hasta 25/30 psi, lo que permite que ese aire entre en el interior de la pelota y recupere la presión original y sus propiedades”.

El caucho natural con el que están fabricadas las pelotas de tenis y pádel es poroso y permite que se escape el aire y se pierda la presión de fábrica. De hecho, cuando se abre un bote, la pelota no mantendrá las propiedades aunque no se juegue con ellas. Al golpear la pelota con raquetas y palas e impactar contra suelo y paredes, esa pérdida de presión será más rápida “y por eso este tipo de presurizadores permite conservar la presión de fábrica y jugar con ellas hasta que se estropea el fieltro, lo que reduce el consumo de pelotas y, por tanto, de materias primas. Las pelotas dejarán de usarse por el deterioro del pelo, no por la pérdida de la presión”.

Exprimida la vida útil de una pelota “se pueden usar en los colegios para insonorizar las patas de las sillas y las mesas y, en grandes cantidades, para la fabricación de pistas deportivas de caucho y la confección de ropa y calzado”.

De la misma forma que se pueden reutilizar las pelotas de tenis, el cordaje utilizado de las raquetas se puede convertir de nuevo en materia prima para la elaboración de material deportivo. En un torneo como el Mutua Madrid Open, se puede llegar a utilizar 25.000 metros de cordaje. “Antiguamente, ese cordaje de las raquetas se fabricaba con materiales naturales, como las tripas de animales. Desde los años 80, se emplean materiales sintéticos como el poliéster”, según explica a El Confidencial François Devy, cofundador y CFO de Infinite Athletic.

“La industria textil se enfrenta a un gran reto a la hora de reducir el uso de materias primas en la confección de prendas”. El cordaje de las raquetas, como ocurre con las pelotas, una vez usado se deposita en el contenedor de Restos, para que luego sea incinerado en las plantas de tratamiento de residuos sólidos urbanos. Ante este desperdicio de material, Devy cuenta que “han ideado un proceso completo para reutilizar este cordaje usado, desde su recogida en las pistas de tenis, en los clubes y en los torneos hasta la fabricación de un polímero con el que confeccionar ropa deportiva que también se puede reciclar infinitamente”.

Un claro ejemplo de economía circular pura y dura. Rafa Nadal y Paula Badosa cambian el cordaje de sus raquetas, lo depositan en un contenedor específico y se convierte en ropa deportiva. Los cálculos de Devy son también muy ilustrativos: “En todo este proceso, ahorramos para cada nueva prenda un 70 por ciento de consumo de agua, el 60 por ciento del consumo de energía y más de un 50 por ciento de emisiones de dióxido de carbono. Si pensamos en un torneo como el Mutua Madrid Open, reutilizar los cordajes significaría un ahorro de 120.000 litros de agua” en la confección de nuevas camisetas. El planeta necesita apelar a la épica de la economía circular y cada idea, proyecto e iniciativa, cuenta.

En el Mutua Madrid Open todas las miradas se las van a llevar Rafa Nadal, Novak Djokovic, Paula Badosa o Garbiñe Muguruza. Pero tras las gradas, el evento impulsa una importante política de sostenibilidad con el objetivo de minimizar la huella que deja su actividad y la presencia de los aficionados. Además de facilitar la movilidad limpia con el uso de vehículos eléctricos e híbridos, la organización del evento realiza un cálculo de las emisiones de CO2 generadas durante el torneo para compensarlas una vez celebrado. De una edición a otra se reutiliza el mobiliario y el material de las infraestructuras, se prioriza la compra de suministros a proveedores locales y sostenibles, y se recogen desechos como vidrio, envases ligeros, papel, cartón y restos, que luego se depositan en una planta de reciclaje.