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Los alumnos de Infantil explican a los de Primaria cómo era la vida de los primeros hombres / H. Ruiz
No es un DeLorean, pero la máquina que han fabricado en el Colegio de Nuestra Señora de Latas de Ribamontán al Mar también tiene la capacidad de viajar en el tiempo. Y eso que está hecha a base de cartones. Pero sólo basta un poco de empeño e imaginación para vivir una aventura que recorre más de 35.000 años. Desde cuando guerrilleábamos con antorchas hasta la bomba atómica. Desde cuando la vida giraba en torno a una hoguera hasta que el centro se convirtió en la televisión. Desde cuando nos guiábamos por las estrellas hasta pisar la luna. Y todo ello lo cuentan y lo representan los propios escolares en un proyecto de aprendizaje transversal del centro. Así que abróchense los cinturones porque todo está listo para un periplo por el recreo que le habría encantado narrar al mismo Julio Verne.
Tras unas leves turbulencias, la máquina nos traslada al Paleolítico. Se abre la puerta metalizada. Ante nosotros está el espacio que en nuestros días acoge las instalaciones de Infantil, pero que tras este salto en el tiempo hacia atrás están irreconocibles. La entrada del edificio se ha convertido en una gruta, y dentro aguardan sus habitantes, que llevan pieles, huesos en la cabeza, antorchas y que son los mismos que han pintado mamuts, bisontes y demás animales en el techo de la cueva. Porque esta, como la de Altamira, también tiene su Capilla Sixtina. Son los propios prehistóricos −encarnados por los de Infantil− los que aún no levantando más que unos palmos del suelo explican a los extraños −compañeros de ciclos superiores− lo que es vivir en ese periodo. Detallan cómo y con qué cazan, lo importante que es el fuego para ellos, los utensilios que fabrican y cómo preparan las pieles para vestirlas.
Antes de continuar el viaje, todos los visitantes plasman su huella en la Cueva de Latas para la posteridad. Amanecemos entonces en un clima más árido. El sol es de justicia estos días en lo que en la actualidad es la cancha polideportiva de la escuela y que en la vuelta al pasado es un desierto. Ahí, los de 1º son los coetáneos y los encargados de −entre momias de papel maché, sarcófagos de cartón y pirámides de tela− saciar toda curiosidad que los forasteros puedan sentir entorno a los antiguos egipcios. La siguiente parada, la de 2º, es la de la Grecia clásica y de ahí saltamos a las guerras cántabras. En concreto a una pequeña aldea cántabra que resiste al invasor: los romanos. No obstante, los de 3º también ensalzan cómo la llegada de los centuriones trajo avances como la arquitectura, nuestro idioma e incluso su sistema de numeración.
La escalada de cursos va pareja con el desarrollo de la humanidad. Con lo que a cada etapa escolar accedemos a un nuevo periodo. Los de 4º meten de lleno a los viajeros del tiempo en la Edad Media, con justas e incluso un castillo con puente levadizo. De ahí a la Edad Contemporánea de mano de los de 5º con el descubrimiento de América y mención a Don Quijote. Y en la última parada, los mayores de 6º enseñan la Edad Contemporánea, con las guerras mundiales, los avances médicos, tecnológicos y las luchas por los derechos sociales. Además, hay un panel en el que aparecen todos los mandatarios de la historia reciente de España. «¿Sabéis quién es quien?» preguntan los de 6º a los visitantes. «¡Sí!» responde con enérgía el público, pero fallan alguna, porque sin quererlo confunden a Felipe VI con Franco.
El proyecto que estos días se representa en el recreo, que sigue la línea del que hicieron el curso pasado dedicado a conocer las especies animales, es fruto de meses de trabajo. Su realización ha abarcado todas las materias, no sólo historia, también se han creado ropas y decorados en plástica, se han abordado aspectos como la moneda en matemáticas y textos en lengua. Además, en cada época se han puesto a la venta souvenirs cuyos fondos van destinados a la asociación de autismo de Cantabria Aptacan.
Los alumnos de 6º reprentando la Edad Contemporanea / H. Ruiz
«Hacer algo como esto implica mucha dedicación», dice la directora del colegio, María Antonia Manzano, que no obstante confiesa que «merece la pena», y más ahora. «Después de todo lo ocurrido con el covid teníamos muchas ganas de volver a relacionarnos entre cursos y no sólo con los grupos burbuja», dice la docente. Así que ahora toca entrar en una nueva etapa de postpandemia que seguro será digna de revisar en futuras máquinas del tiempo.