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Cuando este proyecto cayó en manos del Estudio Paula Gutierrez, supieron que, además de replantearse la organización de los espacios otorgándoles ligereza, debían, sobre todo, potenciar las vistas espectaculares que ofrece el exclusivo mirador de Santa Anita, en Lo Barmechea, en la precordillera de Santiago de Chile.

Este apartamento dúplex de 500 metros cuadrados, que cuenta, además, con otros 400 de terraza, desprende un auténtico carácter cosmopolita inspirado en el estilo de vida de la propietaria. Y como muestra, la colección de arte expuesta en todas las estancias, tanto de obras de artistas ya consagrados y otros emergentes chilenos, como de algunos referentes internacionales.

En este dúplex creamos un relato que representara las necesidades estéticas y culturales de la propietaria, unido con un estilo de vida cosmopolita

Foto: Cristóbal Valdés

El primer paso del proyecto de interiorismo, que se llevó a cabo en diferentes fases, fue el de definir el gran y largo hall de acceso, con su doble altura, que recorre y conecta los principales espacios. “Debía pasar de ser el patio de atrás del departamento, a ser su corazón y la estancia más característica de la vivienda”, explican desde el Estudio Paula Gutierrez.

El gran hall de este dúplex, de paredes de distintos colores, se plantea como una galería de arte que acoge cuadros de diferentes tamaños entre los que destacan los grabados de una serie de mariposas, de Damien Hirst, y una serigrafía, de Andy Warholl, así como la lámpara de bronce de Herve Van Der Straeten.

El salón fue la última estancia que se remodeló completamente y en ella destaca el uso de una paleta cromática neutra, si se compara con la de otros espacios, con el fin de aportar ese descanso visual que proporciona la contemplación del paisaje. Su situación central en la casa le otorga un ‘efecto bisagra’, ya que se conecta directamente con el despacho, la terraza, el comedor y el hall, por eso “era fundamental que pareciera que los muebles flotaran, ya que se trata de un lugar de paso y de estar”, comenta el estudio.

Las sillas D.154.2, de Gio Ponti, el sofá Minotti y la mesa de centro oval son parte de este juego de curvas; solo el sofá George Smith produce solidez bajo el óleo de Alejandro Corujeira, colgado sobre el muro en patina gris. A juego con la paleta gris plata ambiental, se mandó fabricar la alfombra, las mesas laterales y otras piezas.

En el comedor se creó una atmósfera muy sutil en la que se colocó una alfombra marroquí que combina bambú y cuero, a juego con las sillas, muy en contraste con la moderna lámpara suspendida sobre la mesa. En la pared cuelga un tríptico de la serie Atmósferas, del fotógrafo Nicolás Sánchez.

Enmarcado por las librerías de raíz de nogal diseñadas por el estudio, se crea un pequeño rincón de estar presidido por una sofá Rusel en terciopelo verde de Minotti y una mesa de centro Louise, de Molteni, sobre una alfombra marroquí de bambú y cuero. La fotografía de Massimo Listri le da perspectiva al espacio.

El colorido y los materiales del hall tienen continuidad en el dormitorio principal, muy minimalista en cuanto a mobiliario, pero cuidadosamente enriquecido con las texturas de lanas y linos de todos los tejidos que aportan la calidez que precisa esta estancia, con especial mención a la tapicería de Robert Indiana utilizada de alfombra.

Las principales estancias de la casa -salón, comedor y despacho- se vuelvan hacia la gran terraza con vistas a la cordillera de los Andes, donde la paisajista Macarena Calvo diseñó un jardín en macetas de bajo consumo de agua que se mantiene verde todo el año. Todo el mobiliario de exterior, de Kettal, se eligió en una gama de rosas, grises y terracotas que conectan con el paisaje telúrico de Chile, sin perder sofisticación. El arte al aire libre lo protagoniza la escultura de Fernando Casaempere.

Periodista redactora especializada en interiorismo residencial y contract. 

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