Caso de Florence Cassez e Israel Vallarta, en nuevo documental

2022-09-02 18:34:25 By : Mr. kong kingllen

Hace casi 17 años, el 8 de diciembre de 2005, comenzó el caso de la francesa Florence Cassez y el mexicano Israel Vallarta, que puso en evidencia las fallas en el sistema de justicia del país, provocó un conflicto diplomático entre México y Francia —con los expresidentes Felipe Calderón y Nicolas Sarkozy en primera fila— y hoy, a pesar del tiempo transcurrido, todavía no está resuelto y mantiene preguntas sobre la mesa.

Ese día, la Agencia Federal de Investigación (AFI) desplegó un operativo en un rancho que derivó en la detención de Cassez y Vallarta. ¿El motivo? La institución entonces encabezada por Genaro García Luna acusaba a la pareja de ser parte de una banda de secuestradores identificada como Los Zodiaco.

La noticia no se dio a conocer en esa fecha, sino hasta la mañana siguiente, cuando la AFI recreó la detención frente a las cámaras de los principales noticiarios del país. A la larga, esta puesta en escena —un montaje— fue uno de los elementos que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) tomó en cuenta para ordenar la liberación de Cassez —ocurrida en enero de 2013— y también se convirtió en el punto de partida de una nueva serie documental: El caso Cassez-Vallarta: una novela criminal .

Basada en el libro Una novela criminal del escritor Jorge Volpi (Alfaguara, 2018), esta producción de Netflix dedica cinco capítulos no solo a hacer una reconstrucción de lo sucedido, sino también a plantear los aspectos de la historia que aún siguen sin respuesta. 

Dentro de ese camino, los realizadores revisan documentos judiciales, retoman investigaciones periodísticas y entrevistan a algunos de los actores de esta trama, desde la propia Cassez y su familia hasta los expresidentes Calderón y Sarkozy, pasando por periodistas que cubrieron el arresto televisado, víctimas de secuestro y familiares de Vallarta, quien todavía sigue acumulando años en prisión sin haber recibido una sentencia.

En entrevista, Volpi y el productor Pablo Cruz señalan que uno de los mayores retos para concretar esta serie documental fue darle una estructura y seleccionar los materiales que llegarían hasta la pantalla de entre una gran cantidad de información. 

“Mostrarlo todo sería imposible”, resume Volpi.

Ambos realizadores coinciden en que el producto final expone un caso complejo que pone de manifiesto numerosas fallas que prevalecen en el sistema de justicia, a pesar de las reformas que se han aprobado desde entonces para intentar hacerlo más transparente y efectivo, en particular, la reforma que estableció los juicios orales.

Cruz afirma que esos mismos problemas son los que hasta ahora han impedido conocer con certeza aspectos clave de la historia, como si en efecto Cassez y Vallarta participaron en secuestros —como lo sostuvo el gobierno de Calderón— o, por el contrario, si fueron incriminados como parte de una venganza. 

Una posibilidad que explora el documental es que el arresto fuera solicitado por el empresario Eduardo Margolis, en represalia por un supuesto negocio fallido con Vallarta y Cassez. Pero ante las cámaras, Margolis rechaza esa hipótesis.

“Las capas de oscuridad para encontrar la verdad son tan profundas que nunca lo sabremos. Ojalá sea algo tan sencillo que ni siquiera lo vemos, pero no lo creo”, señala el productor de la serie.

En México, Cassez fue sentenciada a 60 años de prisión por el delito de secuestro. Después de eso, su familia, sus abogados y el gobierno de Sarkozy iniciaron acciones para impugnar esa condena, o bien, lograr su extradición a Francia para que allá purgara su pena. 

La administración de Calderón rechazó esa posibilidad, y fue hasta enero de 2013 —ya en el sexenio de Enrique Peña Nieto— cuando la Suprema Corte ordenó liberar a Cassez inmediatamente tras concluir que había sido víctima de violaciones al derecho a un debido proceso. Después del fallo, en cuestión de horas Cassez salió del penal donde se encontraba y tomó un vuelo en el que regresó a su país natal.

El caso de Vallarta ha sido distinto. Aunque sus abogados también han promovido recursos, hasta ahora no han logrado que salga de prisión, algo que en opinión de Cruz y Volpi debería ocurrir.

“Yo espero que esto sea un detonante para tratar su caso de una manera excepcional. Tiene que ir a juicio inmediatamente”, considera el productor.

“Ojalá el documental también muestre que, independientemente de lo que uno piense de Israel, después de la manipulación y la falta de debido proceso, él tendría que estar libre. No tengo ninguna duda, lo digo muy claramente: tendría que aplicarse el mismo criterio que con Florence y tendría que estar libre ya”, agrega el escritor.

Este jueves, en el contexto del estreno de la serie, la familia y los abogados de Vallarta publicaron un comunicado en el que señalaron que esperan que la difusión del caso ayude a que él quede en libertad tras haber sido blanco de “acusaciones fabricadas”.

Volpi y Cruz no dejan pasar los giros que han dado las vidas de algunos de los protagonistas de esta historia a lo largo de 17 años. Genaro García Luna, por ejemplo, pasó de dirigir la hoy extinta AFI a encabezar la Secretaría de Seguridad Pública en el sexenio de Calderón y a ser detenido en Estados Unidos en 2019, acusado de proteger al Cártel de Sinaloa, entre otros delitos. Actualmente, espera un juicio previsto para comenzar en enero de 2023.

Luis Cárdenas Palomino, uno de sus hombres más cercanos, fue arrestado en México en 2021. En su caso, la Fiscalía General de la República (FGR) lo acusa de tortura, justamente en contra de familiares de Israel Vallarta.

Para Volpi, el hecho de que ellos y otros exfuncionarios hayan alcanzado tanto poder en sexenios previos, a pesar de las irregularidades que se les atribuyen, “ejemplifica en toda su maldad” los nexos ilegales que llegan a establecerse entre poderes políticos y económicos.

Como prueba, el escritor señala que la trayectoria de García Luna sobrevivió al escándalo del montaje televisivo en contra de Cassez y Vallarta, y un año después, en 2006, Calderón incluso lo nombró como su secretario de Seguridad.

“Es inaudito si lo vemos desde esta perspectiva. ¿Cómo es posible? Ya con este caso, hubiera sido para que se hubiera acabado su carrera y, en vez de eso, fue promovido”, advierte el autor, quien también aprovecha el estreno del documental para llamar a que México construya un nuevo sistema de justicia.

“Se necesitaría una reforma completa, integral, drástica para que realmente pudiera funcionar”.

Hace 10 años, Katje van Loon escribió una publicación en su blog en la que pedía la creación del Día Internacional de las Personas No Binarias el 14 de julio, exactamente a medio camino entre el Día Internacional de la Mujer y el Día Internacional del Hombre. Katje le ha contado a la corresponsal de género e identidad de la BBC, Megha Mohan, por qué es importante que el día se haya convertido en una realidad.

Hay un meme que aparece de vez en cuando sobre un pájaro al que han llamado pingüino toda su vida. Un día, el pájaro se encuentra con un médico que le dice: “No eres un pingüino, eres lo que se llama un cisne“. El cisne se siente aliviado. De repente, toda su vida cobra sentido.

Yo tuve mi momento cisne en 2011, cuando tenía unos 20 años.

Mi abuela acababa de morir y yo estaba en su apartamento organizando sus cosas. Tratando de distraerme, entré en internet y, pasando de un página a otra, me encontré con la entrada en Wikipedia sobre identidades de género.

Fue aquí donde leí por primera vez la definición de “no binario”. En esos párrafos, aprendí sobre personas que no siguen las normas binarias de género, personas que sienten que existen en un espacio intermedio fuera de las definiciones de hombre y mujer.

“Esto soy yo”, pensé. “Soy una persona no binaria. Esto es lo que he sido toda mi vida. Y nunca he tenido las palabras para describirlo”. Empecé a llorar. Sabía que tenía que contárselo a mi novio.

El teatro era mi asignatura favorita en la escuela secundaria. Me gustaba todo, incluso acarrear las cosas pesadas que habíamos utilizado al final de la clase. Me señalaban como la “chica más fuerte de la clase de teatro” cuando me tocaba guardar las piezas pesadas del set junto con los chicos.

Así que allí estaba yo, moviendo atrezzo con los chicos, identificada como diferente a las otras chicas. Pero, extrañamente, esta era de las pocas veces en las que ser diferente era un motivo de orgullo para mí en lugar de una vergüenza.

De alguna manera, yo era como mi madre. La gente decía que mi madre era una mujer “guapa”, y mucho más tarde me di cuenta de que en realidad lo decían como un insulto para referirse a su aparente falta de feminidad.

Era una mujer soltera, abogada y educadora. Ella no era como las otras madres de la escuela. Se sentía tan cómoda arreglando cosas por la casa como cuando enseñaba a sus alumnos o me cuidaba a mí.

Yo era como ella al adoptar roles de género no tradicionales. Pero a diferencia de ella, yo existía en otro lugar. No era solo que no me sintiera “femenina”, o que fuera más alta y más grande y menos femenina. Era algo más que eso: la etiqueta de “mujer” simplemente no me encajaba.

Al crecer en los barrios periféricos de Vancouver, en Canadá, y luego en Hawái, me perdí en libros de fantasía, en mundos ficticios creados por escritores como Ursula K. Le Guin, habitados por personajes sin identidad de género fija.

A los 12 años comencé a escribir, creando mis propios planetas ficticios. Más de una década después pude publicar una versión muy revisada y pulida de estos mundos, la primera de una serie de novelas de ciencia ficción.

En estos imperios creativos, jugué con los roles de género; los personajes oscilaban entre tener características sexuales masculinas o femeninas. Escribir me dio la libertad para imaginar una realidad menos rígida.

Como milenial, crecí en internet. En los chats encontré comunidades de personas que hablaban sobre sexualidad y me declaré bisexual a los 14 años. Primero en internet y luego en el mundo real, las comunidades LGBT me dieron la bienvenida cuando me abrí sobre mi sexualidad, y entonces experimenté un sentimiento de pertenencia.

Más tarde, cuando tenía 20 años, me enamoré de mi novio, Nathan. Pero esto tuvo un precio. Creo que no hay forma más rápida de ser expulsada de una comunidad LGBT que la de ser una mujer bisexual que sale con un hombre.

La gente te ve como “heterosexual”, alguien que no entiende la lucha, y de repente las conversaciones y los eventos ya no te incluyen. Lo llaman el “bi-borrado”, y es un fenómeno muy real. Dejan de invitarte a cosas. Se crean grupos privados sin ti.

En mi experiencia, las personas todavía entienden la sexualidad de la forma en la que no entienden la identidad de género.

Cuando encontré la página de Wikipedia que explicaba mi identidad no binaria, Nathan fue la primera persona a la que quise contárselo, pero me daba mucho miedo.

Cuando lo vi más tarde ese día, lo dije rápidamente: “Soy una persona no binaria”.

“Entonces, ¿qué es lo que cambia?”, preguntó.

“Puede que use pronombres diferentes“, respondí. “O que me llame de otra forma a veces”.

Me preguntó si yo era transgénero. ¿Estaba pensando en cambiar físicamente de alguna forma?

Dije que no, que no lo era.

“Está bien, intentaré recordar tus pronombres”, dijo, “pero no soy muy bueno recordando cosas”.

Ambos nos reímos, relajados, y la tensión se disipó. Le expliqué cómo, al crecer, me había sentido mal representada como esta “otra” persona, y que ahora tenía un nombre para describir lo que era, por lo que inmediatamente encajé un poco mejor en mi propia piel.

Nos comprometimos poco después y nos casamos en 2015.

Durante varios años, usé diferentes pronombres en lugar de “ella”. Me gustó especialmente “zie”, que sonaba suave y divertido. Eran términos neutros en cuanto al género que la gente usaba en internet y que no determinaban el sexo de la persona.

Durante un tiempo estuve a favor del pronombre “they” utilizado en singular (en inglés significa tanto “ellos” como “ellas”). Pero a medida que vi su uso florecer y despegar, comenzó a desagradarme, y ahora no lo soporto.

Como escritora, me tomo el lenguaje muy en serio, y he leído varios textos en los que las personas usan el pronombre “they” que me confundieron realmente sobre si se referían a un individuo o a un grupo. Algunos escritores argumentan que Shakespeare solía usar “they”, a lo que respondo: “Muy pocas personas escriben tan bien como Shakespeare”.

Con el tiempo, mi amor de la infancia por la escritura de fantasía se convirtió en una carrera, así como en una salida para mi mundo imaginario fuera de las normas de género.

En mi libro “Stranger Skies” (Cielos más extraños), escribo sobre una diosa que cae de los cielos a un planeta que no obedece las leyes de la física o la biología. Descubre que en ese mundo, el género está programado, se es hombre o mujer, pero el sexo es mutable. Las personas pueden cambiar su cuerpo físico a través de una pequeña ceremonia semirreligiosa. Esto permite que las parejas homosexuales puedan tener hijos biológicos sin intervención médica. Me divierto mucho explorando estos conceptos en mi escritura.

Un año después de identificarme como persona no binaria, escribí una publicación de 153 palabras en mi blog sobre por qué debería haber un Día Internacional de las Personas No Binarias. Dije que debería ser en julio, a medio camino entre el Día Internacional de la Mujer en marzo y el Día Internacional del Hombre en noviembre. Hubo algunos comentarios en el blog entonces, pero apenas se extendió por internet.

Lo olvidé hasta varios años después, cuando vi que el Día Internacional de las Personas No Binarias se celebraría oficialmente el 14 de julio, el mismo día que sugerí en mi publicación. Lo iban a celebrar la organización Campaña por los Derechos Humanos, Stonewall, el sitio web del Parlamento de Reino Unido e incluso la web dictionary.com.

La gente citaba las razones que yo había dado para elegir la fecha, pero solo la página de Wikipedia sobre el género no binario mencionó mi blog como inspiración. Esto me molestó. Un pequeño reconocimiento hubiera estado bien.

Ahora, las cosas han cambiado en mi vida. Estoy más cómoda conmigo misma. Me importa menos cuando la gente se refiere a mí como mujer o usa el pronombre “ella”.

Solía ​​​​estar muy a favor de tener un tercer marcador de género en las identificaciones, como pasaportes o permisos de conducir, como tienen en Argentina, Australia e India y han propuesto en Sudáfrica. Pero ahora no estoy tan segura. ¿Quiero que los datos de las minorías de género se recopilen en algún lugar al que los gobiernos puedan acceder fácilmente? Definitivamente no. No tengo fe en las burocracias. Puedo entender por qué puede ser importante para algunas personas en ciertos países, pero no lo es para mí.

También paso mucho menos tiempo en internet. No me siento cómoda ni en las páginas conservadoras ni en las liberales. Se fagocitan a sí mismas, a la espera de que la gente diga lo que ellos consideran que no está bien.

Solíamos llamarlo “la cultura de la denuncia“, pero ahora le han crecido más cabezas, es una bestia. Y no ayuda a nadie, y mucho menos a las personas vulnerables que quieren pertenecer a algo pero que saben que pueden ser apartadas en cualquier momento por decir algo incorrecto.

Puedo imaginar lo que puedes estar pensando ahora. Si no quiero ningún nuevo tipo de documento de identidad, y no necesito que respetes mis pronombres preferidos (todavía zie), ¿qué sentido tiene ser no binario? ¿Es importante tener un Día Internacional de las Personas No Binarias?

Podemos sentirnos invisibles en un mundo que aún no ha entendido del todo lo que somos. Así que es bonito tener un día que reconozca nuestra existencia. ¿Tiene que ser un día en el que estemos en las calles marchando? No. Pero sería lindo recibir algunas flores.

Creo que ser llamada persona no binaria es importante a nivel interno. Para mí es importante tener esas palabras para describirme, y saber quién soy me permite estar más cómoda conmigo misma. Quiero que la gente sea feliz como es.

Y si tener un día te ayuda a ser feliz contigo mismo, genial. Ese es el mejor resultado que podría haber esperado de esa publicación de blog que escribí hace 10 años.

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